miércoles, 16 de julio de 2014

Magnus Bane y Alexander Lightwood - Cazadores de Sombras

MAGNUS BANE Y ALEXANDER LIGHTWOOD (Alec)



¿Qué se puede decir de esta pareja?

La verdad que es genial. Y sinceramente, hes la primera vez que una historia de amor de este tipo me interesa. Fue la primer historia que me atrapó y lo hizo más que la de Jace y Clary... mejor dicho, que todas juntas.

Aunque, sí sabía sus motivos y todo eso, pero me molestaba que Alec como que no quería saber nada con Magnus y se negaba a todo lo que sentía o hacían. Alec quería algo con Magnus, pero lo quería dejar siempre todo en la oscuridad.

CITA: CIUDAD DE CENIZA – 02 – “[…] —Tuve una bronca con una manada de hombres lobo. —Jace se pasó la camiseta azul por la cabeza; una vez vestido, salió sin hacer ruido al pasillo tras Alec—. Tienes algo en el cuello — comentó.
La mano de Alec salió disparada a la garganta.
¿Qué?
Parece la marca de un mordisco —comentó Jace—. ¿Qué has estado haciendo fuera toda la noche?
Nada. —Rojo como un tomate y con la mano aún pegada al cuello, Alec empezó a recorrer el pasillo, seguido por Jace—. Fui a pasear al parque. Intentaba despejarme la cabeza.
¿Y tropezaste con un vampiro?
¿Qué? ¡No! Me caí.
¿Sobre el cuello? —Alec profirió un sonido, y Jace decidió que era mucho mejor dejar de lado el tema—. [...]”

Y el beso que le dio Alec después de la batalla... oh Dios...

CITA: CIUDAD DE CRISTAL – 03 – “[…] Alec rodeaba con sus brazos a Magnus y le estaba besando, en la boca. Magnus, que parecía estar en estado de shock, permanecía paralizado. Varios grupos de gente —cazadores de sombras y subterráneos por igual—los miraban atónitos y cuchicheaban. Echando una ojeada a ambos lados, Simon vio a los Lightwood, que, con los ojos desorbitados, contemplaban boquiabiertos la exhibición. [...]”

Lo que hubiese dado por estar ahí en ese momento... que pena que sólo sea un libro...

También, cuando se fueron los dos de viaje, me hubiese gustado que contaran un poco más sobre eso, de lo que Jace decía de vez en cuando, hablando de las fotos que les enviaban...

CITA: CIUDAD DE LOS ÁNGELES CAÍDOS – 04 – “[…] —¿Has tenido últimamente noticias de Alec y de Magnus? —preguntó—. ¿Se lo están pasando bien?
Eso parece. —Jace sacó su teléfono móvil del bolsillo y se lo pasó a Clary—. Alec no para de enviarme fotos pesadas. Con comentarios del tipo: «Ojalá estuvieras aquí... pero no lo digo en serio».
No te lo tomes a mal. Se supone que tienen que ser unas vacaciones románticas. —Fue pasando las fotografías guardadas en el teléfono de Jace sin parar de reír. Alec y Magnus delante de la Torre Eiffel, Alec con tejanos, como siempre, y Magnus con un jersey de rayas marineras, pantalones de cuero y la típica boina. En Florencia, en los jardines de Boboli, Alec de nuevo con sus tejanos y Magnus con una capa veneciana que le quedaba enorme y sombrero de gondolero en la cabeza. Parecía el Fantasma de la Ópera. Delante del Prado, Magnus con una brillante chaqueta torera y botas de plataforma, con Alec en el fondo dándole de comer tranquilamente a una paloma.
Te lo quito antes de que llegues a la parte de la India —dijo Jace, recuperando el teléfono—. Magnus envuelto en un sari. Hay cosas inolvidables. […]”

Pero las cosas como siempre, se complican y todo porque una antigua novia de Magnus apareció en la historia: Camille. Y en cierta forma, gracias a ella, las dudas que habían quedado olvidadas por un tiempo, por parte a ambos, salieron a la luz, como la cuestión de la edad y la inmortalidad.

CITA: CIUDAD DE LOS ÁNGELES CAÍDOS – 04 – “[...] —¿De verdad? —Alec miró a Camille con sorprendido interés—. ¿Sólo con Magnus?
Magnus siguió su mirada y por vez primera —o eso le pareció a Simon— miró directamente a Camille. Algo estalló entre ellos, algún tipo de energía. La boca de Magnus se torció por las comisuras con una nostálgica sonrisa.
Sí —respondió Maryse, mientras la perplejidad se apoderaba de su rostro al percatarse de la mirada que acababan de cruzarse el brujo y la vampira—. Es decir, si Magnus está dispuesto.
Lo estoy —dijo Magnus, despojándose de sus guantes—. Hablaré con Camille para vosotros.
¿Camille? —Alec, levantando las cejas, se quedó mirando a Magnus—. Entonces, ¿la conoces? ¿O... te conoce ella a ti?
Nos conocemos. —Magnus se encogió de hombros, muy levemente, como queriendo decir: «¿Y qué se le va a hacer?»—. En su día fue mi novia.
¿Tu novia? —Alec se había quedado pasmado. Igual que Maryse. Y la verdad es que incluso
Simon estaba atónito—. ¿Saliste con un vampiro? ¿Con una chica vampira?
De eso hace ya ciento treinta años —dijo Magnus—. No la había visto desde entonces.
¿Por qué no me lo contaste? —preguntó Alec.
Magnus suspiró.
Alexander, llevo vivo cientos de años. He estado con hombres, con mujeres... con hadas, brujos y vampiros, e incluso con un par de genios. —Miró de reojo a Maryse, que estaba algo horrorizada—. ¿Un exceso de información, quizá?
No pasa nada —dijo Maryse, pese a estar desvaída—. Tengo que comentar un momento un tema con Kadir. Ahora vuelvo. —Se hizo a un lado y se reunió con Kadir, para desaparecer acto seguido por la puerta.
Simon se apartó también un poco, fingiendo querer estudiar con atención uno de los vitrales de las ventanas, pero su oído de vampiro era lo bastante agudo como para escuchar, quisiese o no, todo lo que Magnus y Alec estaban diciéndose. Sabía que Camille los estaba escuchando también. Tenía la cabeza ladeada y los ojos entrecerrados y pensativos.
¿Cuánta gente más? —preguntó Alec—. Aproximadamente.
Magnus movió la cabeza de un lado a otro.
No podría contarlos, y no tiene importancia. Lo único que importa es lo que siento por ti.
¿Más de cien? —preguntó Alec. Magnus se quedó en blanco—. ¿Doscientos?
Esta conversación me resulta increíble en estos momentos —dijo Magnus, sin dirigirse a nadie en particular. Simon opinaba lo mismo, y le habría gustado que no estuvieran teniéndola precisamente delante de él.
¿Por qué tantos? —Los ojos azules de Alec refulgían en la oscuridad. Simon no sabía si estaba enfadado. Su voz no sonaba rabiosa, sino simplemente apasionada, pero Alec era una persona cerrada y tal vez su enfado no pudiera por ello llegar a más—. ¿Te cansas en seguida de todo el mundo?
Vivo eternamente —dijo muy despacio Magnus—. A diferencia de los demás.
Parecía que a Alec le acabaran de dar un bofetón.
¿Y permaneces con ellos mientras viven y luego te buscas a otro?
Magnus no dijo nada. Miró a Alec; sus ojos brillaban como los de un gato.
¿Preferirías que permaneciese solo toda la eternidad?
Alec hizo una mueca.
Me voy a ver a Isabelle —dijo, y sin mediar más palabras, dio media vuelta y se marchó al Instituto.
Magnus, con la tristeza reflejada en sus ojos, se quedó quieto viéndolo desaparecer. Pero no era una tristeza humana, pensó Simon. Sus ojos contenían la tristeza de siglos, como si el borde afilado de la tristeza humana se hubiera desgastado hasta irse suavizando con el paso de los años, igual que el agua del mar desgasta el canto afilado del vidrio. [...]”

Y todo eso trajo la ruptura entre Magnus y Alec, por las desconfianzas, los temores... que desgracia...

CITA: CIUDAD DE LAS ALMAS PERDIDAS – 05 – "[...] “¿por qué estás aquí ahora? ¿Una reunión social? ¿Solo de visita? Explícamelo Alexander, si es que hay algo que me estoy perdiendo.”
Alec tragó duro. Seguramente había alguna forma de explicarlo. Que había venido aquí a visitar a Camille porque ella era la única persona con la que podía hablar sobre Magnus. La única persona que conocía a Magnus, como él, no solo como el Gran Brujo de Brooklyn sino como alguien que podía amar y ser amado, quien tenía fragilidades humanas y peculiaridades y rarezas, corrientes de humor irregulares, que Alec no tenía ni idea de cómo navegar sin un consejo.
Magnus,-“ Alec dio un paso hacia su novio, y por primera vez, que él recordara Magnus se alejó de él. Su postura era tensa y poco amigable. El estaba viendo a Alec del modo que se mira a un extraño y un extraño que no te agrada mucho.
Lo siento,” dijo Alec. Su voz sonaba rasposa e irregular en sus propios oídos. “Nunca fue mi intención-“
Estaba pensando en eso, sabes,” dijo Magnus. “Esa es parte de por qué quería el Libro del Blanco. La inmortalidad puede ser una carga. Piensas en los días que se extienden delante de ti, cuando ya has visto todo y estado en todas partes. La única cosa que no había experimentado era, envejecer con alguien – alguien a quien amara. Pensé que quizás serías tú. Pero eso no te da el derecho de hacer la longitud de mis días tu decisión y no mía.”
Lo sé.” El corazón de Alec se aceleró. “Lo sé y no iba a hacerlo-“
Estaré fuera todo el día,” dijo Magnus. “Ven y saca tus cosas del departamento. Deja la llave en la mesa del comedor.” Sus ojos exploraron el rostro de Alec. “Se acabó. No quiero verte de nuevo, Alec. O a ninguno de tus amigos. Estoy cansado de ser su mascota brujo.”
Las manos de Alec comenzaron a temblar, tan duro que soltó su luz mágica. La luz se apagó, y él cayó de rodillas buscando en el suelo entre la basura y la suciedad. Al final algo se iluminó delante de sus ojos, y se levantó para ver a Magnus sosteniendo la luz mágica en sus manos. Brilló y parpadeo con una luz de color extraño.
No debería brillar así,” dijo Alec automáticamente. “Con nadie que no sea un Cazador de Sombras.”
Magnus se la entregó. El corazón de la luz mágica estaba brillando de un rojo oscuro, como el carbón en el fuego.
¿Eso es por tu padre?” preguntó Alec. Magnus no respondió, solo puso la piedra runa en la palma de Alec. Cuando sus manos se tocaron, el rostro de Magnus cambió. “Te estás congelando.”
¿Lo estoy?”
Alexander…” Magnus lo jaló más cerca y la luz mágica brilló entre ellos, su color cambiando rápidamente. Alec nunca había visto a una luz mágica hacer eso antes. Puso su cabeza contra el hombro de Magnus y dejó que Magnus lo sostuviera.
El corazón de Magnus no latía como el de los humanos. Era más lento pero estable. A veces Alec pensó que era la cosa más estable en su vida.
Bésame,” dijo Alec.
Magnus puso su mano a un lado del rostro de Alec y amablemente casi ausentemente, pasó su pulgar por la mejilla de Alec.
Cundo se inclinó para besarlo, olía a Sándalo. Alec apretó la manga de la chaqueta de Magnus, sosteniendo la luz mágica entre sus cuerpos, brillando en colores rosa, azul y verde.
Fue un beso lento, y uno triste. Cuando Magnus se alejó, Alec se dio cuenta de que de alguna manera estaba sosteniendo solo la luz mágica; la mano de Magnus ya no estaba. La luz era de un suave blanco.
Suavemente, Magnus dijo, “Aku cinta kamu.”
¿Qué significa”
Magnus se desentendió del agarre de Alec. “Significa te amo. No es como si eso cambie algo.”
Pero si me amas –“
Por supuesto que lo hago. Más de lo que pensé que lo haría. Pero aún hemos terminado,” dijo Magnus. “Eso no cambia lo que tú hiciste.”
Pero fue un error,” susurró Alec. “Solo un error.”
Magnus se rió cortante. “¿Solo un error? Eso es como llamar el viaje inaugural del Titanic un accidente de bote menor. Alec, trataste de acortar mi vida.”
Era solo – Ella lo ofreció, pero lo pensé y no podría haber seguido adelante con eso – No podría hacerte eso.”
Pero tuviste que pensarlo. Y nunca me lo mencionaste.” Magnus sacudió la cabeza. “No confiaste en mi. Nunca lo hiciste.”
Lo hago,” dijo Alec. “Lo haré- Lo intentaré. Dame otra oportunidad.”
No,” dijo Magnus. “Y si puedo darte un consejo: Evita a Camille. Se viene una guerra, Alexander, y no quieres que se pongan en duda tus lealtades. ¿O sí?”
Y con eso, él se dio la vuelta y se alejó con las manos en los bolsillos – caminando lentamente como si estuviera herido, y no solo por el corte en su costado. Pero él estaba alejándose de cualquier manera. Alec lo miró hasta que él se movió lejos del brillo de la luz mágica y fuera de la vista. [...]"

Esta, sin duda, es la parte más dolorosa, pero tierna. Es decir, a pesar de que se separaron y eso, lo que ellos sentían el uno por el otro no cambio. El fuego y el deseo no se consumió, como ellos esperaban. Y eso es lo que los animó en cierta forma a seguir adelante...

CITA: CITY OF HEAVENLY FIRE – 06 – "[...] Alec se había alejado de los otros y estaba en el sendero hacia el granero. Magnus lo observaba acercarse. Una sombra negra contra el cielo oscuro.
Es mejor amar y temer que no sentir nada. Así es como nos petrificamos -- Dijo Caterina y toco su hombro -- Siento mucho lo de Raphael, como sea. Nunca tuve la chance de decirlo .sé que le salvaste la vida una vez.
Y luego el me salvo a mi - dijo Magnus y miro a Alec alcanzarlos.
Alec le dio un cortés saludo con la cabeza a Catarina.
Magnus vamos a ir al lago -- dijo ― ¿Quieres venir?
¿Por que? - inquirió Magnus.
Alec se encogió de hombros ― Clary dice que es lindo -- él dijo -- quiero
decir, lo he visto antes , pero había un enorme ángel saliendo de el y, estaba distraído -- él tendió su mano ― Vamos, todos irán.
Caterina sonrió ― "Carpe Diem" – le dijo a Magnus ― No pierdas tu tiempo preocupándote.
Ella cogió su pollera y vago pasando por los arboles, sus pies como flores azules en el césped.
Magnus tomo la mano de Alec. […]"



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